Gran parte del mes de julio está dominado por la Fiesta Nacional del Sulky en la ciudad tucumana de Simoca. La celebración reúne a artesanos, pequeños productores, agricultores, cocineros y comerciantes desde hace más de trescientos años. De carácter anual, la organización corre por cuenta de la Municipalidad y su objetivo es homenajear a una forma tradicional de transporte que ha sabido convertir a Simoca en una referencia económica en la región del noroeste argentino.
El evento que homenajea al Sulky como forma típica de transporte en la zona del norte del país, comenzó bajo la denominación de fiesta nacional en 1966. Sin embargo, su historia se remonta a siglos atrás. Simoca en rigor, fue un centro comercial muy importante en la zona sur de la actual provincia del Tucumán desde tiempos hispánicos. Julio era un mes clave en el trazado de la ruta del intercambio de distintos bienes que unía a los comerciantes de la región. Allí se reunían para comprar, vender y trocar desde alimentos y bebidas hasta vestimentas, muebles y animales procedentes de las regiones aledañas y distantes.
Con el paso del tiempo, la feria incrementó la cantidad de hombres y mujeres interesados en el intercambio y el comercio. Pero fue a fines del siglo XIX que el carácter del evento empezó a tener a otro protagonista. Para ese entonces, Simoca y buena parte del sur de Tucumán estaba ya especializada en la producción y venta de un carruaje tirado por un caballo traído de Gran Bretaña llamado Sulky, cuyo significado es “muy solitario”. De bajo costo, gran capacidad de carga y fácil de maniobrar en caminos pantanosos y rurales, este carruaje fue convirtiéndose en el emblema económico y social del pueblo, por lo menos hasta mediados del siglo XX.
Aunque el sulky sigue siendo utilizado, en la actualidad es más una atracción turística y objeto de celebración del pasado para los simoqueños. Fue en razón de la importancia que la ciudad le asignó al Sulky que las autoridades locales y vecinos decidieron convertir a la feria tradicional de Simoca en fiesta nacional. Con el tiempo, el programa ha ganado en cantidad de números culturales y variedad, sin comparación con otros festivales del noroeste argentino.
En la primera parte de la fiesta, los Sulkys pasean por las calles de la ciudad transportando a las postulantes a reina nacional y desfilando sus majestuosos ornamentos. El predio ferial llamado Mercedes Sosa es el centro de la festividad, al contar con un escenario donde músicos, bailarines y poetas demuestran su arte. Como parte de una política por promocionar el talento provincial, los organizadores priorizan la presentación de grupos y solitas. Las Voces de Simoca, Gustavo Lizárraga, Illapas, Las Cuatro Cuerdas, Trío Concepción, el Chango Toby, Las Voces del Camino, La Zapada, Salamanqueros, Los Amigos, Los Nuevos Cantores del Alba, Los Diferentes, el Dúo Orellana Lucca, Paola Arias, Son Ellas y Canto Trío son algunos de los artistas tucumanos que tocaron en la fiesta.
Asimismo, músicos de renombre nacional también son invitados, como son los casos de Los Alonsitos, Cuty Carabajal, Roberto Carabajal, Eduardo Avila y Soledad Pastorutti. El baile tampoco está ausente, como lo demostró la continua presencia del Ballet Grupo Renacer y otros grupos de danzas regionales. Tanto los números musicales como el desfile de los Sulkys, la gastronomía típica y la artesanía, convierten a la celebración en una atracción para turistas de todo el país y del extranjero. Según los organizadores, en las últimas ediciones han llegado a reunir más de 100.000 personas durante todo el tiempo que dura la fiesta. De esta manera, la importancia de la ceremonia para los simoqueños no es solo cultural sino también económica, ya que genera una importante demanda de productos locales, una plena ocupación hotelera y un aumento considerable del volumen comercial.
La fundación oficial de Simoca fue en 1859. Sin embargo, su historia comenzó siglos antes. Durante la época prehispánica, la zona era dominada por los aborígenes conocidos como los Tonocotés. El origen del nombre proviene de la lengua quechua que utilizaba este pueblo originario, muy difundida por entonces, cuya traducción significa “un lugar de paz” o “pueblo tranquilo”. Tal denominación quechua para el pueblo ha sido conservada durante los siglos posteriores, aunque con vaivenes, hasta que en 1907 el estado provincial decidió nombrarlo Comuna de Simoca y en 1956 bajo la categoría de municipalidad.
La economía de la ciudad está muy vinculada con la festividad. Aunque los alrededores de la ciudad la explotación de cañas de azúcar, de la ganadería y la actividad agrícola predominan, una parte importante de los ingresos de Simoca proceden de lo que genera la feria anual y la celebración durante el mes de julio. La actividad productiva y comercial de la ciudad depende de la compra, venta y trueque tanto de lugareños, argentinos como extranjeros de artesanías, bienes primarios no procesados y elaborados, gastronomía, animales, ropa, juguetes y cientos de artículos
En este cuadro, la construcción y reparación de sulkys completan el panorama económico. Existen varios talleres dedicados a fabricar y reparar este medio de transporte tradicional, ya sea para dar lugar a la demanda de los simoqueños como de eventuales coleccionistas o productores de distintos medios de comunicación interesados en adquirir este tradicional transporte.
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